Córdoba. La actual contracción de la actividad se explica por factores endógenos. En el 2009 la política fiscal expansiva permitió acelerar la salida de la crisis.
Los economistas del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba (CPCE) plantearon que -en el marco de una contracción de la actividad económica que afecta las expectativas de consumidores y empresarios- el gobierno nacional tiene escaso margen de maniobra para una intervención importante a través de políticas fiscales expansivas, como lo hizo en la crisis de 2009.
En un contexto complejo, apuntaron como aspectos positivos la cosecha récord, los altos precios internacionales, el acuerdo con el Club de París y la posibilidad de acceso a los mercados internacionales.
“Para las políticas activas se necesitan fondos que hoy no hay; el Estado hace tres años que se viene financiando con aportes del Central y refinanciando deuda interna. Tampoco hay posibilidad de aumentar la presión fiscal y en la recaudación ya se nota la baja de la actividad”, expresó Mary Acosta.
En los últimos 30 años Argentina sufrió seis ciclos de caída del PBI, siendo los más importantes el del ’89 y el de la salida de la Convertibilidad. Con la lupa puesta sobre la última década, el consumo público no registra las caídas de variables como el consumo privado, las exportaciones y las importaciones. Otro dato es que hay un fuerte vínculo entre las importaciones y el nivel de actividad, una muestra clara de la dependencia de la industria de los insumos importados.
En función de un repaso de esas crisis, los economistas del CPCE dejaron planteado el debate sobre las vías de salida al complejo escenario actual y si hay margen de maniobra para evitar la recesión a través de políticas activas, algo que se presenta como poco probable debido a que se necesitan fondos.
En cada uno de esos ciclos los diferentes gobierno apelaron a diferentes mecanismos de salida. En la del ’94-’95 (Tequila) las medidas pasaron por un reordenamiento financiero, instrumentos para generar liquidez, austeridad fiscal, acuerdo con el FMI y aumento de las exportaciones.
En el ’98, incluso, el PBI tuvo su mejor performance en el siglo 20, aunque no duró mucho porque en el ’99, con la Alianza y su austeridad fiscal se terminó por acentuar la recesión.
Desde 2002 la devaluación y los mayores términos de intercambio permitieron la acumulación de reservas. El frente fiscal mejoró por las retenciones y la cesación de pagos. Además, la capacidad ociosa le dio tiempo a la política fiscal y monetaria.
En 2009 -cuando se produjo un contagio de la crisis global a través del canal comercial-, el kirchnerismo echó mano a programas de obras públicas, a la estatización de las AFJP que le dio al Estado de fondos frescos, la puesta en marcha de la Asignación Universal por Hijo (AUH) para tratar de sostener el consumo. Todo esto implicó un fuerte incremento del gasto público.
Al respecto, Acosta comentó: “En esta etapa se sintieron fuerte las políticas activas como instrumento para salir de la contracción y retomar una senda de crecimiento”.
“En estas tres crisis hubo una combinación de factores externos e internos, mientras que en la actualidad no hay un peso significativo del mundo, sino que los problemas se explican en cuestiones endógenas”, precisó.
El actual escenario está marcado por la alta inflación que lleva al menos 18 meses de suba que se sumó a la decisión de anclar el tipo de cambio para frenar la inflación. “No dio ningún resultado, al contrario”, agregó Acosta.
El deterioro del tipo de cambio real y la pérdida de reservas empujó al salto devaluatorio de enero que provocó una baja del consumo, de la producción y de la confianza del consumidor, además de una pérdida de poder adquisitivo del salario, nula generación de empleo (con perspectivas de alza de la desocupación) y aceleración de la inflación.
La devaluación -subrayó Acosta- tuvo efectos “nefastos” en la vida diaria. Añadió que recién ahora, por el lado de la balanza comercial, deberían empezar a verse algunos signos positivos como efecto de la devaluación.
Por su parte, Guillermo Pizarro, aportó que las expectativas negativas están jugando un rol clave en la economía, al igual que la baja confianza en el equipo económico.
“Afectan la actividad, el consumo, las inversiones. Es decir, tiñen todo el panorama y lo complejizan”, concluyó.
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