Córdoba. Desde la entidad que agrupa a los profesionales de las ciencias económicas, se planteó que, sin medidas de acompañamiento, se limita la mejora de competitividad, afectando el salario real, la tasa de actividad y la recaudación fiscal.
En las últimas semanas la discusión de si el próximo gobierno deberá tomar el camino del gradualismo o del shock se ha instalado en el centro del escenario; más todavía con las presiones que está implicando la devaluación del real.
Los economistas del Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE) advirtieron que una devaluación aislada provocaría una sobrerreacción de los precios al alza, limitando la posible ganancia de competitividad, afectando el salario real, la tasa de actividad y la recaudación fiscal.
El presidente del CPCE, José Simonella, señaló que “lo que es cierto es que todos esperan una devaluación. Respecto de cuándo, depende de quién gane y sobre cuánto devaluará, está atado a la cantidad de dólares que consiga para tranquilizar el mercado”.
Insistió en que Argentina tiene un problema cambiario: “Todos están devaluando; Brasil lo hace a ritmo importante. Hay que ganar competitividad. Hay que frenar la inflación. Seguramente el próximo gobierno deberá llamar a un acuerdo entre empresarios y sindicatos”.
La corrección del tipo de cambio -enfatizaron- debe ser parte de un programa de medidas que incluya instrumentos de política fiscal y monetaria. Esto implicaría políticas sectoriales que mejoren la competitividad de manera discrecional, racionalización del gasto público, potenciación de la sustitución de importaciones y sostenimiento de la demanda.
La economista Mary Acosta repasó el contexto general sobre el que deberá actuar la nueva gestión. En el primer semestre del año, según Indec, el PBI creció 0,5% mientras que el empleo -con una menor tasa de crecimiento de la actividad- los puestos aumentan más.
Esa paradoja se da por una baja tasa de actividad (menos gente busca trabajo) de la misma manera que empuja el Estado como empleador (en el primer semestre de este año subió 4% la cantidad de agentes públicos respecto al último de 2014), explicó.
En cuanto a la evolución de los precios, la Canasta Alimentaria que mide el CPCE marca una tendencia alcista aun cuando esté por debajo del año pasado. Una vez más, el indicador se vuelve a separar al que marca el Indec. Acosta planteó que la posibilidad de que la tasa ascendente se prolongue dependerá del consumo.
El frente financiero presenta, a junio de este año, un resultado que está sólo a $2.584 millones de igual resultado financiero del año pasadao. Guillermo Pizarro apuntó, que la estimación original era que -de mantenerse las condiciones del año pasado, el rojo llegaría a $300 mil millones: “Esa proyección ya quedó vieja. El crecimiento promedio fue de 36% en 2014 y este año es del 105%”.
La brecha entre ingresos y gastos totales va aumentando en los últimos meses hasta alcanzar una dimensión sin antecedentes en todo el período de gestión kirchnerista.
Al analizar el panorama fiscal, los economistas remarcaron que la utilización de recursos extraordinarios es clave: “Al hacer un uso tan importante de reservas y de la emisión, deja al Central sin margen de acción. Es una encrucijada porque constriñe a la política monetaria”.
Señalaron que a los problemas coyunturales hay que sumarle los estructurales como el perfil industrial argentino, altamente dependiente de las importaciones y la necesidad de destinar divisas a la compra de energía. A partir de esas consideraciones se deberá resolver si hay medidas gradualistas o de choque “con impacto en los sectores de menores recursos”.
Acosta planteó que las decisiones deben ser discrecionales, ya que hay áreas de la economía que requieren de medidas más urgentes que otras.
En el caso específico del tipo de cambio, Pizarro indicó que para el exportador es importante “mejorar el tipo de cambio de bolsillo”. Por ejemplo, en la producción de granos podría haber eliminación o baja de retenciones como una medida indirecta. “Sería menos costoso ese mix”, advirtió.