Córdoba (23/5/16). En la parroquia Crucifixión del Señor en barrio Müller se llevó a cabo una misa celebrada por Monseñor Carlos Ñáñez, junto a Monseñor Ricardo Seirutti (Obispo Auxiliar), el padre Mariano Oberlin (párroco de la comunidad) y más de 100 sacerdotes de Córdoba.
En la celebración se rezó en comunidad por “el drama y el dolor que provoca el avance del narcotráfico en nuestra gente, en la sociedad”, así se destacó en un mensaje que fue leído al finalizar la misa en la tarde de este lunes.
El Arzobispo, los obispos auxiliares y los sacerdotes se pronunciaron a favor de poner fin a la indiferencia y la discusión centrada en “sustancias y efectos” para abrir paso al debate sobre “las causas que han provocado lo que estamos viviendo”.
“Las drogas y las adicciones avanzan día a día, las víctimas son cada vez más, el negocio del narcotráfico crece y se expande como una red de muerte”, se acentuó.
Por ello, la Iglesia convocó a dejar de mirar para otro lado. “El narcotráfico no es de los pobres en primer lugar. Los principales beneficiados de este negocio no viven en los barrios obreros y humildes de la provincia, aunque es en estos barrios en los que estalla el drama de una manera clara y notoria”, observó.
Al mencionar que el tratamiento que se suele hacer del tema, se basa en cuestiones secundarias y no esenciales, sostuvo que “negar la realidad que estamos atravesando no es el camino; en cambio, reconocer lo que nos pasa puede ser el inicio de una nueva etapa”.
La Iglesia advirtió de una “luz en la oscuridad” que se refleja “en la convicción de muchos que trabajan en la prevención y el tratamiento de las adicciones”.
“Aumentan las iniciativas, desde los distintos niveles gubernamentales y de la sociedad civil, que intentan incluir, acoger, y dar respuesta ante el dolor”, puntualizó.
Al respecto, se manifestó por la necesidad de responder articuladamente y en red a un problema complejo. “Esta luz nos compromete a cada uno de los actores sociales a asumir nuestras responsabilidades y hacernos cargo del servicio que debemos prestar a la sociedad cordobesa”, señaló.
El Arzobispo, los obispos auxiliares y los sacerdotes expresaron además que el dolor que atraviesa el corazón a las familias que sufren como víctima de las adicciones no tiene palabras, pero “es un llamado urgente y apremiante que nos interpela como pastores y nos desafía a seguir buscando juntos, cuerpo a cuerpo, los caminos que abran horizontes de esperanza”.
En ese marco, pidieron perdón por las “lentitudes” y convocaron a la sociedad en su conjunto “a sumarse en la tarea de hacer de este dolor un punto de partida hacia una nueva manera de vivir y de relacionarnos”.
A su vez, comprometieron su voluntad de repensar y renovar los “ámbitos pastorales desde la fidelidad al Evangelio, de cara a la promoción de la vida, la inclusión y el acompañamiento de los que padecen este sufrimiento”.
Como punto final de su pronunciamiento, los pastores y sacerdotes de la Arquidiócesis de Córdoba, resaltaron: “Desde ahí, alentamos y animamos a todos los cordobeses a iniciar un proceso de ‘compasión misericordiosa’ que nos haga cuidar y acompañar la vida de todos, especialmente de los más pequeños y humildes”.