Salta/País (8/3/17). En el marco del Día Mundial del Riñón, que se celebra este jueves, el supervisor de Salud Renal dependiente de la Subsecretaría de Medicina Social, Tomás Gilabert, marcó la correlación de la obesidad con la enfermedad renal y destacó la importancia de llevar un estilo de vida saludable.
El funcionario se refirió a la importancia de los riñones, señalando que entre sus principales funciones estos órganos eliminan, a través de la orina, todas las sustancias de desecho como el exceso de sodio, de urea y creatinina.
Explicó que todos los alimentos producen sustancias de desecho que deben ser eliminadas del organismo y cuando los riñones no funcionan bien se produce una acumulación excesiva de agua y de sustancias tóxicas que secundariamente producen otras patologías, como hipertensión, daño arterial y cardiovascular.
La enfermedad renal se asocia fundamentalmente a las enfermedades cardiovasculares, ya que todo lo que puede afectar a las arterias puede afectar también a los riñones.
Al respecto, Gilabert dijo que en todo el mundo se vive una epidemia de factores de riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles, como sobrepeso, obesidad y falta de actividad física, que llevan a la hipertensión arterial, diabetes y patologías cardiovasculares.
Agregó que las enfermedades renales y las cardiovasculares están aumentando drásticamente su incidencia en todo el mundo. “Una de cada diez personas en edad adulta padece algún grado de deterioro de la función renal”, expresó.
“La correlación entre obesidad y enfermedad renal marca la importancia de mantener un estilo de vida saludable, alimentarse sanamente, realizar actividad física en forma regular, no fumar, reducir el consumo de sal y tomar abundante agua”, recomendó el supervisor de Salud Renal.
Una característica de la enfermedad renal es que en su primera etapa generalmente no presenta síntomas y sólo se puede diagnosticar mediante chequeo médico o prueba de laboratorio.
Una persona puede tener enfermedad renal y no saberlo, ya que los síntomas aparecen en estadios avanzados, cuando la función renal está por debajo del 30 o 40% y esto hace que las posibilidades de tratamiento sean menores.
En etapa avanzada, se manifiesta con hinchazón de pies y manos, orina espumosa, aumento de la presión arterial, sabor amargo en la boca y rechazo a algunos alimentos, como la carne.