País (24/6/18). En el cierre de la Semana Social de este domingo, la Iglesia pidió que la pobreza debe estar «en el centro de las preocupaciones de la democracia» e insistió en que debe haber «una más equitativa distribución de la riqueza».
Con el lema “Democracia, un camino de servicio a los pobres” se realizó en la Ciudad de Mar del Plata la Semana Social, organizada en forma conjunta por el Obispado local y la Comisión Episcopal de Pastoral Social.
Estos días de encuentro y reflexión pusieron como centro de preocupación y debate la deuda social de la democracia con los pobres. En ese marco, se promovío consolidar la democracia «como único camino para saldar su deuda con los pobres y descartados de nuestra patria».
En los paneles desarrollados durante la jornada se resaltó la urgencia de encontrar «caminos de reparación» para la exclusión y la marginalidad creciente de millones de argentinos, así como la responsabilidad de las instituciones democráticas «en la promoción de políticas de inclusión, empleo y protección».
Con fuertes pedidos al Gobierno y a la dirigencia política, la Iglesia reclamó que la pobreza esté «en el centro de las preocupaciones de la democracia» y que «las políticas de ajuste no se practiquen sobre los pobres», en alusión a la reducción del déficit fiscal que dispuso el Ejecutivo nacional y deberá acordar con las administraciones provinciales para el armado del Presupuesto 2019.
Estas demandas se plasmaron en el documento final de la Semana Social que a lo largo de tres días, congregó a representantes del ámbito institucional, político de distintos espacios partidarios, sindical, entidades empresarias, movimientos populares, delegados de diversas pastorales nacionales, equipos diocesanos y dirigentes de las organizaciones de la sociedad civil.
Con la mirada agradecida por los 35 años en Democracia, pero con la preocupación por las asignaturas pendientes, los paneles de debate también se interrogaron sobre la deuda que la política tiene con los pobres, en especial con los menores sometidos a los flagelos del desamparo, del trabajo infantil, la explotación y la trata de personas.
«El Papa Francisco nos convoca permanentemente a buscar caminos para la promoción social y a rechazar modelos que anteponen el interés económico o sectorial, con sus políticas que colocan la dignidad humana en la periferia de las preocupaciones», advirtió la Iglesia en el documento final.