
Buenos Aires/País (8/12/19). “Para seguir construyendo esta Nación bendita necesitamos de todos. Nadie sobra en esta construcción”, afirmó el arzobispo de arzobispo de Mercedes-Luján.
El presidente Mauricio Macri y el mandatario electo Alberto Fernández participaron hoy juntos de la misa convocada por la Conferencia Episcopal Argentina en la basílica de Luján para pedir por la «unidad» y la «paz» a menos de dos días del cambio de gobierno, en un clima de cordialidad que compartieron también los funcionarios entrantes y salientes.
Los saludos entre unos y otros se dieron en la llegada y se volverían a repetir en el final de la misa que presidió monseñor Oscar Ojea, titular del Episcopado.
Macri y Fernández estuvieron acompañados por sus esposas y miembros de sus respectivos gabinetes, además participaron dirigentes políticos, sindicales, sociales, de otros credos y numerosos fieles.
Durante la misa, que duró una hora y veinte minutos, presidida por monseñor Ojea, con la homilía a cargo del arzobispo de Mercedes-Luján Jorge Eduardo Scheinig, se pidió por la «unidad» y la «paz»; pedido al que se unieron en oración los representantes de los diferentes credos que conviven en Argentina.
Ojea abogó por la construcción de una «cultura de la equidad», una reconexión «con la realidad» y «un trabajo cuerpo a cuerpo con los hermanos, en especial con los más pobres, tal como pide el papa Francisco», como cierre de la misa, y pidió también «dejarnos evangelizar por los pobres, que con sus dolores conocen al Cristo sufriente», para que sean «prioridad de veras».
Por su parte, monseñor Scheinig, destacó: “No somos ingenuos, no creemos que una celebración sea la solución de los problemas, pero estamos seguros que este gesto que estamos realizando juntos, habla por sí mismo y deseamos que en estos días históricos y con la ayuda de lo Alto, se convierta en una puerta para entrar en esta nueva etapa, con sinceros anhelos de unidad y de paz”.
El arzobispo destacó el significado de la Virgen de Luján para los argentinos, y aseguró: “María es una ayuda valiosa para agradecer y pedir por nuestra Patria, tan rica, tan diversa, con tanta historia e historias y al mismo tiempo, tan sufrida, enemistada, debilitada, tan necesitada”.
“Ninguna persona o grupo en soledad o aislado es la Patria. La Patria somos todos. La comunión entre nosotros no es una cuestión estratégica, hace a la esencia de lo que somos en el origen y a lo que podemos ser en el destino común”, recordó.
Monseñor Scheinig invitó a “pedir especialmente por la unidad” y sostuvo que “la unidad es un don y es también una tarea”.
“Debemos hacer todo lo posible por resistir y no caer en la tentación de querer destruir al otro. En la Patria, el otro es mi hermana, es mi hermano”, afirmó.
Y aseveró: “Todos somos conscientes que lo que viene, lo que ya estamos viviendo en el mundo, en nuestra América Latina, no es fácil y para seguir construyendo esta Nación bendita necesitamos de todos. Nadie sobra en esta construcción”.
Si bien durante toda la misa, ambos mandatarios intercambiaron gestos de amabilidad, hubo dos momentos históricos, cuando se saludaron con un beso y un abrazo, al momento del Saludo de la paz, al final de la misa, y luego de las oraciones pronunciadas por los titulares de las distintas religiones, cuando Ojea pidió un nuevo saludo.