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La pobreza trepó al 44,2% por la pandemia

País. La mayor cantidad de pobres, que ya rondarían los 19,5 millones de personas, se disparó en medio de la pandemia de coronavirus, que impactó muy fuerte sobre la actividad económica. Advierten que no fue mayor por las políticas de ayuda del Gobierno.

El índice de pobreza subió al 44,2%, según la medición realizada entre julio y octubre últimos por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), difundida en la tarde de este jueves.

Según los datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA), entre julio y octubre 34,9% de los hogares y 44,2% de las personas se encontraban bajo la línea de la pobreza, y 7,3% de los hogares y 10,1% de las personas eran indigentes, los porcentajes más altos de la década.

Al respecto, el director del Observatorio Social de la UCA, Agustín Salvia, dijo que «sin la AUH, el IFE, la Tarjeta Alimentar y el resto de los subsidios, la indigencia hubiera sido el doble y la pobreza hubiese trepado al 53%«.

Remarcó que estos guarismos son «parte de un proceso que lleva diez años de estancamiento, con tres años de caída», entre 2018 y 2020.

«Es necesario un crecimiento económico y un pacto económico-social para crear empleo porque sino no hay posibilidad de salir de la pobreza», completó Salvia.

El desempleo subió del 10,6% (2019) al 14,2%, de acuerdo con los datos de la UCA. En cantidad de desocupados subió de casi 2,1 millones a poco más de 2,7 millones.

Entre 2019 y 2020, 10,3% y 13,7% de las personas cayeron en situación de indigencia y pobreza, respectivamente; y, las ayudas sociales brindaron «un piso mínimo de ingresos» pero fueron «insuficientes» y «no llegaron a todos los que sufrieron pérdidas de ingresos», alertó el informe.

Según la UCA, en los dos últimos años se registró un deterioro tanto en relación a la carencia monetaria como a las privaciones no monetarias, con un incremento de la pobreza por ingresos como de los niveles de pobreza «multidimensional»: de 37,5% a 41% de la población.

«Si bien hubo mejoras durante la década, la desigualdad estructural ha aumentado, con mayores déficit y brechas en materia de inseguridad alimentaria, mala calidad del hábitat y déficit en el acceso a agua, energía, servicios de saneamiento y a una vivienda digna», precisó la UCA.

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