En un nuevo aniversario de la Patria, recordamos a las mujeres de la gesta independentista

País. El 9 de julio de 1816, las Provincias Unidas del Río de la Plata declararon su Independencia de la corona española, poniéndole fin a siglos de yugo y opresión, y sembrando el terreno para la formación del Estado Nacional.

Durante muchas décadas, la historiografía minimizó el rol que tuvieron muchísimas mujeres en aquella gesta: muchas fueron guerreras, algunas valientes espías y otras tantas incansables enfermeras. ¿Quiénes fueron aquellas mujeres de la gesta independentista?

No muchos nombres se hicieron tan conocidos como los de María Remedios, Juana Azurduy, Macacha Güemes o Mariquita Sánchez de Thompson. Sin embargo, eso no implica que no haya habido miles de mujeres cuyas acciones fueron indispensables para el proceso independentista.

Para analizar este proceso es clave entender que no solo eran esposas y madres al cuidado del hogar, sino que a lo largo y a lo ancho de las Provincias Unidas del Río de la Plata estuvieron en el frente de batalla durante numerosos combates, así como también fueron enfermeras, lavanderas, cocineras o espías. Muchísimas mujeres se pusieron a disposición de San Martín y cumplieron variadas funciones en aquel Ejército.

En definitiva, las mujeres de todos los estratos sociales participaron, cada una con sus posibilidades, en la gesta independentista.

Juana Azurduy

“Juana Azurduy, Flor del alto Perú, No hay otro capitán Más valiente que tú”, cantaba Mercedes Sosa sobre esta brillante patriota nacida en 1780 en Toroca y cuya gesta tardó más de 150 años en obtener un merecido reconocimiento. Fue una mujer marcada a fuego por el heroísmo y perseguida por la muerte en un sinfín de oportunidades; estuvo cerca de perder la vida en muchas batallas y vio morir de muy chica a sus padres y luego a su esposo, Miguel Asencio Padilla, y a cuatro de sus hijos.

Azurduy fue una representante de la lucha armada de la población indígena y mestiza que estaba harta de la explotación colonial. Ella y su esposo crearon el batallón “Los Leales”, que peleó contra las tropas realistas en el Alto Perú. Su valentía fue tan inmensa que Belgrano le regaló su sable y exigió que fuera nombrada “teniente coronel”.

A partir de 1816 se unió a las fuerzas de Martín Miguel de Güemes para defender la tierra durante seis invasiones realistas. Murió en la miseria el 25 de mayo de 1862. Cien años más tarde, sus restos fueron exhumados y trasladados a un mausoleo construido en la ciudad de Sucre, Bolivia, y en 2009 fue ascendida a Tenienta Coronel del Ejército Argentino.

Macacha Güemes

María Magdalena Dámasa de Güemes de Tejada, conocida como “Macacha”, hermana del General Martín Miguel de Güemes, nació el 11 de diciembre de 1787 en Salta. Es una de las mujeres más importantes de la Independencia argentina.

A partir de 1810 trabajó junto a su hermano en la causa revolucionaria. Su rol estuvo basado en trabajos de espionaje y logística y, años más tarde, cuando Martín fue gobernador, fue una especie de “ministra sin cartera” debido al peso que ella tenía en las cuestiones públicas.

Además de defender los intereses de los más postergados, comandó junto a su hermano a “Los Infernales”, un ejército de gauchos que combatió en el norte del país a las tropas españolas. Dotada de una inconmensurable habilidad política, en marzo de 1816, Macacha fue esencial para la firma de la Paz de los Cerillos, en el marco de un conflicto entre Martín Miguel y el general Rondeau al mando de las fuerzas de Buenos Aires. Aquel hecho fue indispensable para la firma de la independencia.

Tras la muerte de su hermano, en 1821, Macacha continuó trabajando en la revolución y en el bienestar de su provincia defendiendo los intereses de las personas más postergadas. Falleció el 7 de junio de 1866.

Mariquita Sánchez de Thompson

María Sánchez de Thompson, más conocida como “Mariquita”, nació el 1 de noviembre de 1776. Proveniente de una familia adinerada, se rebeló contra la imposición de sus padres de casarse con un hombre al que no amaba. Ella estaba enamorada de Martín Thompson, su primo, con quien pudo contraer matrimonio tras ganar un juicio de disenso.

A partir de 1808, ella y su marido organizaron numerosos encuentros en su casa a los que asistían personalidades de la política y la cultura. La historia la recuerda porque en una de esas reuniones se habría entonado por primera vez el himno argentino, aunque hay serias dudas de que eso realmente haya ocurrido. Sin embargo, el hecho de que el pintor Pedro Subercaseaux haya representado en un cuadro aquel hito en su casa es una prueba de que Mariquita fue una de las mujeres más importantes de la época y del proceso revolucionario.

Fue una referente de las mujeres de la elite rioplatense, una aguda observadora de la época, impulsó la educación femenina y colaboró financieramente con la revolución. Presidió la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires, la cual administraba orfanatos, hospitales y escuelas de mujeres. Pasó muchos años de su vida exiliada en Montevideo debido a una pelea con el gobernador Juan Manuel de Rosas.

Durante sus últimos años, volvió a presidir la Sociedad de Beneficencia, hasta que enfermó y falleció el 23 de octubre de 1868. Su legado es tan importante que su retrato se encuentra en el Salón de las Mujeres Argentinas de la Casa Rosada.

María Remedios del Valle

Pocas mujeres fueron tan importantes en el campo de batalla como María Remedios del Valle. Nacida en 1766 y de raíces africanas, comenzó a destacarse realizando trabajos de enfermería y asistiendo a aquellos que sufrieron heridas durante las invasiones inglesas.

No por casualidad empezó a ser conocida como “La Madre de la Patria”: su amor por estas tierras la llevaron a tomar las armas y a pelear en el Ejército que comandaba Belgrano. Este, anonadado por su compromiso, lealtad y disciplina, la nombró capitana de su tropa, algo bastante inusual para la época dado que ella era mujer y negra.

María Remedios peleó en las batallas de Ayohúma, Vilcapugio, Tucumán y en el Éxodo jujeño. Recibió innumerables heridas y estuvo a punto de morir en al menos siete ocasiones. Incluso, en 1813 fue tomada presa por los realistas y azotada por nueve días consecutivos. Aquellas cicatrices le duraron toda la vida. Según testimonios de la época, sus servicios fueron indispensables, tanto en la asistencia de los heridos y enfermos como en el combate.

Concluidas las guerras, la Madre de la Patria vivió durante muchos años en la indigencia, mendigando comida en las iglesias para sobrevivir. Sin embargo, su destino cambió a mediados de 1827 cuando el general Juan José Viamonte la reconoció pidiendo limosna. Este, una vez elegido diputado, fue clave para que María Remedios pudiera tener una pensión y viviera sus últimos años con dignidad. Años más tarde fue ascendida a Sargenta Mayor de Caballería. Falleció el 8 de noviembre de 1847.

En abril de 2013 fue sancionada la Ley Nº 26.852, la cual conmemora al 8 de noviembre como el “Día Nacional de los/as Afroargentinos/as y de la Cultura Afro” en honor a María Remedios del Valle.

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