El Presidente le aceptó la renuncia a Sergio Urribarri tras ser condenado por el desvío de fondos públicos cuando era gobernador

País. El embajador en Israel había puesto a disposición su dimisión tras el conocimiento de la decisión de un tribunal de Juicios y Apelaciones de Entre Ríos de condenarlo a 8 años de prisión e inhabilitación perpetua en un juicio oral y público por el desvío de fondos públicos entre 2010 y 2015.

El presidente Alberto Fernández aceptó anoche la renuncia del embajador en Israel Sergio Urribarri, informaron fuentes oficiales.

Urribarri había puesto a disposición su dimisión después de que se conociera la decisión de un tribunal de Juicios y Apelaciones de Entre Ríos de condenarlo a 8 años de prisión e inhabilitación perpetua en un juicio oral y público por el desvío de fondos públicos entre 2010 y 2015, cuando era gobernador de la provincia.

Urribarri expresó desde sus redes sociales que el fallo de primera instancia de este jueves es una «clara muestra de arbitrariedad, injusticia y atropello al Estado de derecho», por lo que anticipó que apelará con la «convicción de que me asiste la razón», manifestó.

Los jueces José María Chemez, Carolina Castagno y Elvio Garzón consideraron que «con pleno conocimiento» se «echó mano a fondos» provinciales para un «interés netamente particular», en referencia a una «campaña para posicionar la imagen de Urribarri como candidato a presidente» en las elecciones de 2015.

También indicaron en su fallo que hubo «retornos» por parte de los empresarios contratados.

La audiencia de más de 12 horas se desarrolló desde las 8:30 de este jueves en el Salón de Actos del Superior Tribunal de Justicia entrerriano, en Paraná, pero Urribarri y su exministro de Cultura y Comunicación, Pedro Báez, participaron de manera virtual.

Además de Urribarri y Báez, estaban acusadas otras 11 personas entre familiares, empresarios y exfuncionarios de su gestión.

Desde el pasado 27 de septiembre del 2021, se presentaron más de 70 testigos y numerosas pruebas dentro de cinco legajos de tres causas abiertas con la acusación de negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública, peculado y defraudación a la administración pública.

Los fiscales de la causa consideraron que se trató de un «direccionamiento de publicidad estática en favor de empresas cercanas a Urribarri», y donde los empresarios aceptaban las contrataciones pero debían «retornar parte del dinero».

Los abogados defensores y los imputados alegaron que la investigación y todo el juicio se trató de una «persecución político judicial».

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