Balance 2023: A mitad de camino hacia los objetivos mundiales de desarrollo sostenible

Mundo. Sigue habiendo pocos y lentos avances en cuanto a nuestra interacción con la naturaleza, el consumo de sus recursos y la basura que tiramos en ella. Esto a su vez, ha empeorado las condiciones climáticas y los más vulnerables siguen siendo los más afectados.

Detener el consumo y la producción insostenibles que han contribuido a la disminución de la biodiversidad y la salud de los ecosistemas marinos, terrestres y de agua dulce fueron fundamentales para el establecimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Lanzada en 2015, la Agenda estableció un plan de 15 años para realizar 17 objetivos interconectados, conocidos como Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y cambiar su trayectoria.

En la segunda parte de una serie de dos, Noticias ONU analizó qué tan lejos ha llegado el mundo desde 2015 en la lucha contra el cambio climático, la creación de energía limpia, la producción de alimentos sostenibles y la protección del planeta.

A mitad del camino hacia la fecha límite de 2030, la conciencia global sobre la protección de la biodiversidad aumentó, pero los esfuerzos por transformar la interacción humana con la naturaleza y el consumo de recursos todavía está rezagado en términos de velocidad y escala.

En 2023, tres cuartas partes del ecosistema terrestre del planeta y alrededor del 66% del medio ambiente marino fue alterado significativamente por la acción humana. Más de un tercio de la superficie terrestre del mundo y casi el 75% de los recursos de agua dulce están ahora dedicados a la producción agrícola o ganadera.

Combinada con niveles vertiginosos de contaminación, la degradación del hábitat natural y la pérdida de biodiversidad están teniendo graves impactos en las comunidades de todo el mundo.

En 2023, entre 100 y 300 millones de personas corren un mayor riesgo de sufrir inundaciones y huracanes debido a la pérdida de hábitats costeros.

Muchas comunidades están mejorando sus acciones de reconstrucción, como Pakistán con el lanzamiento de la mayor iniciativa climática en la historia del país o las Naciones Unidas con su nueva iniciativa global Alertas Tempranas para Todos.

Energías renovables

El impulso hacia la energía limpia está logrando algunos avances. Mientras que en la actualidad el 91% del mundo tiene acceso a la electricidad, el progreso no ha sido lo suficientemente rápido ni inclusivo. El número de personas con acceso a la electricidad ha aumentado a 675 millones desde 2015.

La inversión mundial en energía limpia ha alcanzado niveles casi récord de 1,7 billones de dólares, y las energías renovables ahora representan más del 28% de la electricidad mundial, creciendo casi un 5% desde 2015.

Sin embargo, 2.300 millones de personas siguen dependiendo del carbón, el queroseno o los sólidos biomasa como principal combustible para cocinar. La falta de una cocina limpia está contribuyendo a casi 3,7 millones de muertes prematuras al año, siendo las mujeres y los niños los que sufren más riesgo.

Alrededor del 80% de la población mundial sin electricidad sigue viviendo en zonas rurales, predominantemente en el África subsahariana.

Estudios actuales muestran que alcanzar estos objetivos de energía limpia requerirá que el mundo triplique sus inversiones anuales de aquí a 2030. Las naciones ya están yendo más allá de las palabras y tomando medidas, desde la Asociación para la Transición Energética Justa de Indonesia hasta un nuevo enfoque de la Declaración de Nairobi, adoptada en septiembre en la Cumbre Africana sobre el Clima.

Nuevo enfoque de la seguridad alimentaria

Con un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo que acaban por echarse a perder o desperdiciados, y más de 3.000 millones de personas que no pueden permitirse una dieta saludable, la cuestión de cómo se producen, comercializan y consumen los alimentos de forma sostenible pasó a un primer plano.

La prevalencia del hambre disminuyó solo marginalmente desde 2015, al 9,2% de la población mundial. Los avances se han visto frustrados por la pandemia de COVID-19, el aumento de las crisis climáticas y los conflictos, incluida la invasión rusa de Ucrania, que elevó los costos de los alimentos, el combustible y los fertilizantes.

En 2022, 735 millones de personas aproximadamente padecían hambre, cifra que sigue muy por encima del nivel prepandémico, y 148 millones de niños todavía enfrentan retraso en el crecimiento debido a una nutrición inadecuada; poco más de un 2% de disminución desde 2015.

Al mismo tiempo, se advirtió que no se está haciendo lo suficiente para ayudar a las economías en desarrollo a adaptar su producción de alimentos a los impactos del cambio climático. Los pequeños agricultores de los países en desarrollo producen un tercio de los alimentos del mundo, pero sólo reciben 1,7% de la financiación climática.

Para transformar esta tendencia, la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios, celebrada en Roma en 2021 y un momento de balance posterior en 2023 proporcionó una plataforma para que los países compartan su experiencia. Esto llevó al lanzamiento, en julio, de la iniciativa del Secretario General de la ONU Llamado a la Acción para acelerar la transformación de los sistemas alimentarios.

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