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La lucha de los organismos de DDHH fue clave para convertir el Campo de la Ribera en un sitio de memoria

Córdoba. «Sin la perseverancia de los organismos, esto no habría sido posible», afirmó Paredes.

El Espacio de la Memoria Campo de la Ribera está cumpliendo 15 años desde su inauguración como sitio de memoria. No es casual que se haya inaugurado en una fecha tan significativa: el Estado provincial lo habilitó un 24 de marzo de 2010.

Ubicado en el sector sudeste de la ciudad de Córdoba, Campo de la Ribera se encuentra en cercanías del cementerio de San Vicente, en el barrio con el nombre homónimo con vistas a la costanera del Río Suquía.

Durante la última dictadura militar funcionó como un centro clandestino de detención y en los años ‘90 como escuela primaria y secundaria.

Por este lugar pasaron cerca de 4.000 personas cautivas, de las cuales alrededor de 110 permanecen desaparecidas, y más de 600 sobrevivieron.

En la actualidad, Campo de la Ribera no sólo busca recordar el pasado, sino también construir un presente y un futuro basados en la justicia y los derechos humanos.

“La memoria, ante todo, es presente. Puede parecer raro, pero es un presente con vista al futuro, el futuro que queremos como sociedad”, expresó Mario Paredes, primer director del Espacio de la Memoria Campo de la Ribera.

En ese sentido, Paredes afirmó que la construcción de la memoria es también un ejercicio de debate y proyección hacia el futuro.

«Hablar de memoria es hablar del presente y del futuro. No es un hecho del pasado, sino una herramienta para transformar la sociedad», remarcó.

A su vez, enfatizó que la lucha de los organismos de derechos humanos fue clave para convertir el lugar en un sitio de memoria. «Sin la perseverancia de los organismos, esto no habría sido posible», concluyó.

Samir Juri, actual director del Espacio de la Memoria Campo de la Ribera, conmemorando un nuevo aniversario, destacó la importancia de este lugar y señaló que celebrar estos 15 años es motivo de alegría.

«Abrimos nuestras puertas el 24 de marzo de 2010 con mucho esfuerzo y expectativa, y desde entonces hemos trabajado para fortalecer nuestro rol en la sociedad», afirmó.

Más allá de ser un espacio para el recuerdo, Campo de la Ribera también busca ser un lugar activo en la comunidad. «Aquí no solo recordamos, sino que también trabajamos en el presente a través de cursos y talleres para los vecinos y vecinas», subrayó Juri.

Además, destacó que estos espacios deben servir para proyectar el futuro y no limitarse a ser meros repositorios de memoria. «No se trata solo de recordar, sino de hacer memoria activa que ayude a transformar la realidad», aseveró.

Testimonios del horror

Ilda Bustos, Secretaria General de la Unión Obrera Gráfica, recordó que su detención ocurrió en mayo de 1976, ese mismo día de la intervención militar en la Universidad Nacional de Córdoba expulsó a 105 alumnos, acusándolos de violar una ley universitaria que prohibía actividades políticas y gremiales.

Aquella noche, muchos de los expulsados fueron trasladados a ese centro clandestino de detención.
Para Bustos, regresar al lugar fue un proceso difícil. «La primera vez que volví fue en 2006, cuando aún funcionaba como escuela. Fue un impacto muy fuerte», rememoró.

Bustos afirmó que la memoria es una herramienta clave para evitar que estos hechos se repitan. “Si no recordamos, si no contamos lo que pasó, corremos el riesgo de que vuelva a suceder», advirtió.

La dirigente sindical y política expresó que estos espacios deben ser conocidos por la sociedad, ya que, de lo contrario, los testimonios pierden su impacto y no logran transmitir la verdadera esencia de lo sucedido.

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