En el #8M, la Iglesia rechazó el aborto: “la vida es el primer derecho”

Buenos Aires/País (8/3/20).  “Millones de argentinos y argentinas, creyentes y no creyentes, tienen la profunda convicción de que hay vida desde la concepción y es injusto y doloroso llamarlos anti-derechos o hipócritas», dijo monseñor Oscar Ojea, en la homilía proclamada en la misa por «las Mujeres y la Vida».

El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, celebró hoy la misa por «las Mujeres y la Vida» ante una multitud de personas reunida frente a la basílica de Luján.

En este marco, la Iglesia reafirmó su rechazo a la despenalización del aborto y también le apuntó al Gobierno de Alberto Fernández al pronunciarse a favor de “discernir prioridades y no elegir temas que enfrenten a los ciudadanos y atenten contra la fraternidad como pueblo”.

En el Día Internacional de la Mujer, el presidente del episcopado argentino afirmó: «Venimos a celebrar y a agradecer, unidos al sentir de tantas personas en el mundo en este día internacional de la mujer, la vida de tantas mujeres. Madres, abuelas, hermanas, amigas, compañeras de trabajo, de estudio, vecinas. Valoramos su presencia insustituible en las familias y celebramos el  lugar cada vez más amplio que tienen en nuestra sociedad».

“Venimos desde diversos rincones de la Patria, a los pies de la Virgen, a pedir por todas las mujeres para que se respete su vida, su integridad y sus derechos, superando todo tipo de exclusión. Pero de un modo especial, queremos celebrar y agradecer, la cercanía y el compromiso de las mujeres con la vida. Esa vida amada entrañablemente por Dios”, destacó.

El lema elegido para este encuentro eucarístico que se celebró este domingo en la basílica de Luján fue: «Sí a las mujeres, sí a la vida».

Monseñor Ojea exclamó que “millones de argentinos y argentinas, creyentes y no creyentes, tienen la profunda convicción de que hay vida desde la concepción y que una persona distinta de su madre va desarrollándose en su seno».

«Es injusto y doloroso llamarlos anti-derechos o hipócritas. En realidad, valoramos y defendemos los derechos de toda vida y de cada vida. De toda mujer y de cada niño o niña por nacer», expresó el obispo de San Isidro ante los aplausos y ovaciones de una multitud que se congregó en la plaza.

“Deploramos con todas las fuerzas de nuestro corazón -clamó a continuación- la crueldad de los femicidios y todo tipo de violencia y discriminación ejercida contra las mujeres. Condenamos el abuso en todas sus formas sexual, psicológico, y de poder, cualquiera sea el ámbito en el que se produzca, en la familia, en el trabajo, la escuela, en la calle y dolorosamente lo decimos también en la Iglesia. Renovamos en esta eucaristía nuestro compromiso de desterrar de entre nosotros una cultura que pueda favorecer el encubrimiento y cualquier tipo de silencio cómplice ante este delito”, subrayó.

A renglón seguido, enfatizó: “Pero con la misma pasión con la que afirmamos esto último, decimos también que no es lícito eliminar ninguna vida humana como afirma nuestra Constitución Nacional. La violencia y la muerte son exactamente lo contrario del proyecto de Jesús».

«La vida es el primer derecho y sin él no puede darse ninguno más. Lo reclamamos para todos en cualquier edad o situación en la que se encuentre esa vida y de un modo especial para quien se halla débil, desprotegido e indefenso”, pidió.

Al reafirmar su defensa de «los derechos de toda vida y de cada vida», monseñor Ojea resaltó las palabras del Papa Francisco en la carta a los jóvenes sobre la defensa de la dignidad de las mujeres: “Una Iglesia viva puede reaccionar prestando atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres que piden más justicia e igualdad. Puede recordar la historia y recorrer una larga trama de autoritarismos de parte de los varones, de sometimiento y de diversas formas de esclavitud, de abuso y de violencia machista”.

En el final de su homilía, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina reclamó “que el diálogo sea el camino de los debates sociales en nuestra Argentina, que se puedan analizar la complejidad de las situaciones desde el respeto, el discernimiento y la razón y no desde la dialéctica emocional de quien se impone y silencia al que piensa y siente distinto. La descalificación y la estigmatización no hacen más que profundizar las divisiones entre los argentinos”.

“Le pedimos a nuestra Madre que nos enseñe una verdadera pedagogía del cuidado, que nos preserve de la conciencia aislada e individualista y del deterioro de nuestros vínculos y que nos guíe por el camino de la fraternidad que es el camino del evangelio”, concluyó.

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