¿Quién mancilló a la Dama de la Justicia?

diego mestre Cam Dip 2Por: Diego Mestre – Diputado de la Nación (UCR)

Seguí el discurso de Cristina Fernández de Kirchner anhelando una respuesta esperanzadora en estos momentos de oscuridad para los argentinos. Esperé demasiado…

Ya no me sorprende la incapacidad del gobierno nacional de hacer mea culpa ante tanto atropello. Me pareció una broma de mal gusto escuchar que nuestra presidente abra su discurso apelando a una supuesta guerra contra la impunidad, cuando encubren al mismísimo vicepresidente, procesado por una cantidad creciente de fechorías o cuando existen pruebas que conectan al entorno presidencial con manejos espurios que originaron el alevoso aumento patrimonial de público conocimiento.

Tragué saliva sin entender, cuando recalcó los avances en materia de derechos humanos, siendo que las muertes por la inseguridad y ausencia del Estado se han multiplicado en la última década. Sobre todo, me dejó un gusto amargo en la boca escuchar que el gobierno tiene “voluntad de esclarecer el atentado a la AMIA como pilar fundamental de su gestión”.

La presidente dijo: “durante años le reclamamos cooperación judicial a Irán”. Esto último no únicamente es falso, sino que además es rayano a la más abyecta hipocresía maquiavélica. Irán jamás cooperó ni lo hará, simplemente porque la búsqueda de justicia por el atentado de la AMIA no está en las prioridades de aquel país. No les interesa.

Por eso, a mediados de 2014, reclamamos desde el Congreso de la Nación la derogación del Memorándum de entendimiento entre la República de Irán y Argentina. ¿Para qué continuar adheridos a un tratado internacional que ha congelado una investigación y parece destinado a frustrar el derecho de las víctimas y sus familiares a buscar justicia?

Irán es un país que ni siquiera ha llevado a su Congreso, en tiempo y forma, una cuestión tan delicada para su resolución. Y eso me parece, al menos, sospechoso. Lisa y llanamente, Irán no está honrando el compromiso que contrajo, siendo que para nuestro país es de vital importancia. Esta displicencia constituye una violación que permitiría a nuestro país abandonar el acuerdo, como lo indica el artículo 69 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados.

Hablamos de un gobierno del cual desconocemos su sistema jurídico. Sin embargo, el gobierno nacional se empeña en defender el acuerdo. A la presidenta no la escuché hablar de la situación diplomática paralela entre nuestro país e Irán, personificada en el militante ultrakirchnerista D´Elía. Tampoco la escuché mostrarse humilde o dolida ante el deceso de un señor fiscal de la nación. ¿Así es como se solidariza con los familiares?

Anunció la delegación del manejo de las escuchas en la fiscal kirchnerista Gils Carbó. Además, prometió disolver después de doce años un organismo corrupto y extorsionador como la SIDE. Se tardó un tiempo, pero al fin la evidencia la abrumó.

¿Qué clase de división de poderes y qué clase de república permite que un presidente juegue a ser investigador, jefe de estado, víctima, Sherlock Holmes y Watson, todo al mismo tiempo? ¿Acaso la presidente no insinuó que el grupo Clarín estaría relacionado con Lagomarsino y por ende implicado en la muerte de Nisman? El hiper-presidencialismo ha llegado a niveles obscenos.

Para cerrar el discurso, la presidente citó el mito del hilo de Ariadna, el laberinto y el minotauro de Creta y lo relacionó con el caso Nisman. Se ve que admira la Grecia de Aristóteles, el padre de la división de los poderes que debería caracterizar a una república. Seguramente también admirará a Platón, quien abogaba por un gobierno de leyes y no de personas.

Los interrogantes detrás de la muerte del fiscal Nisman deberían ser dilucidados por una justicia imparcial. Quizá valga la pena recordarle a la presidente, consumidora ávida de mitología (griega y de otros tipos), que Temis, la Dama de la Justicia, aparece representada con sus ojos vendados. La justicia debería llegar independientemente de la identidad, el poder y el dinero. Platón, Aristóteles, Pericles, Sócrates, los sofistas y los sabios, lo sabían bien.

Cada tragedia irresuelta nos disminuye como nación. En cada muerte de un ciudadano y en cada fracaso en la búsqueda de la justicia, nuestra república se va debilitando. Ojalá nuestra presidente lea lo que dijo Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”.

(*) Columna de opinión del diputado Diego Mestre.